Aretha en el espacio MATCOAM
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Diseñar un espacio de trabajo tiene innumerables connotaciones y su importancia va creciendo con el tiempo. Se ha evolucionado en las últimas décadas de modelos en los que se ponía foco en una extrema concentración de empleados en la zona “productiva”, y amplios y cerrados despachos en las zonas directivas. La sociedad afortunadamente evoluciona, y el grado de conocimiento y preparación de las sucesivas generaciones ha crecido significativamente, con un apoyo notable de la revolución tecnología como driver esencial de todos los procesos de cambios.
Esto ha generado un desarrollo muy importante del conocido como ‘trabajador del conocimiento’. En el que las empresas deben invertir no sólo en los aspectos relacionados con el salario directo, sino en todos aquellos factores que permitan explotar al máximo sus capacidades para aportar a la compañía y a los equipos en los que trabaja dentro de la misma, el mayor potencial posible.
Identidad de marca como apuesta de valor
Esto explica la notable evolución en la conceptualización de los espacios de trabajo si por ejemplo analizamos los últimos 15 años. Los espacios cerrados apenas existen, y si los hay gozan de total transparencia. Los espacios de colaboración entre equipos salen de las salas de reuniones y nos los encontramos en pequeños rincones, zonas confortables, espacios de café, donde se intercambia conocimiento y experiencia. Los momentos de necesidad de aislamiento se concentran en pequeños phone booths donde nada nos distrae.
Todo ello debe estar diseñado respetando la identidad de marca que cada corporación define. De este modo, cultura empresarial, sistemas directivos, formación y diseño serán factores sinérgicos a la hora de identificar a la persona con su empresa y por lo tanto que esta sea capaz de retener el talento como activo esencial en la estrategia a largo plazo.
Artículo redactado por Belén Pérez-Ullivarri, comunicación y marketing en ARETHA.
Ilustraciones realizadas por Marina Marisma.
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