¡Se nos olvidó el aire!

07/ 04/ 2022

8 min. Lec

¿Cómo viaja y es transportado? ¿Cuánto tiempo puede estar suspendido en el aire, especialmente dentro de los edificios? ¿Cómo se deposita en nuestros pulmones?…

las principales conclusiones han sido publicadas en diversas publicaciones y son evidentes lecciones de cara al futuro:

  1. La gran mayoría de los contagios ocurrieron a muy corta distancia.
  2. La mayor parte de las infecciones tuvieron lugar dentro de los edificios.
  3. El riesgo de infectarse al aire libre es muy bajo.
  4. La transmisión a larga distancia ocurre ocasionalmente.

El fenómeno de que la tasa de contagio tenga lugar mayoritariamente en interiores es probablemente una de las conclusiones más importantes de la pandemia. Esta situación se explica por la siguiente razón: la capacidad que tiene la ventilación de diluir contaminantes. Es decir, en exteriores o en un inmueble con el aire bien tratado la posibilidad de respirar el virus se reduce.

Es preciso dimensionar que cada uno de nosotros respiramos entre 8 y 10 litros de aire al minuto. Visualizar esto en un edificio, con escasa ventilación, con la cantidad de gente que pueda haber y entenderemos rápidamente como estamos continuamente respirando las secreciones del prójimo.

Las partículas emitidas cuando la gente habla, tose, o simplemente respira vienen en una amplia variedad de tamaños y en función del tamaño pueden permanecer suspendidas un tiempo determinado e incluso viajar a través de la red de conductos de ventilación de un edificio.  

Todo lo anterior, pone el foco en que, si de cara al futuro realmente queremos evitar o limitar situaciones como esta y enfermedades endémicas como la gripe y los catarros, no es suficiente con mascarillas y vacunas. Si nuestra idea es evitar que situaciones como la que está pasando vuelvan a tener el impacto que han tenido, debemos mejorar la calidad del aire interior de los edificios, básicamente ventilar y filtrar mejor. 

Si no bebemos agua sucia o que nos ofrezca garantías
¿por qué estamos dispuestos a respirar aire contaminado?

No es sólo el COVID 19, ya que una parte considerable de las enfermedades y dolencias que nos afectan hoy en día, las respiramos y por tanto la calidad del aire que introducimos en nuestros pulmones es clave. Hay que tener en cuenta que la media de muertes en los últimos años en USA debido a la gripe común asciende a 30.000 muertes anuales.

El consenso en el mundo científico es total y ya han avisado que se tiene que producir un “cambio de paradigma” alrededor de la calidad del aire interior. Debemos ser capaces de rediseñar los inmuebles para que ejerzan como una efectiva barrera de protección, tanto para los contaminantes de fuera como para los de dentro. 

Planteado de una manera simple, se trata de ventilar mejor y de filtrar adecuadamente el aire. Tanto ventilar como filtrar son acciones intensivas bajo un punto de vista energético. Antes de introducir el aire en un edificio, este tiene que estar calentado o enfriado, humectado o no, se debe filtrar… todo ello tiene un alto coste energético y de implantación. 

Las últimas tecnologías en materia de tratamiento de aire, permite ventilar en función de la calidad de aire real en todo momento y también se puede filtrar el aire de una manera eficiente bajo un punto de vista energético adecuado. Con lo que los consumos son muy moderados.

No es un problema de tecnología, ya que esta está probada y disponible, la pregunta es por tanto ¿cuánta enfermedad estamos dispuestos a tolerar antes de actuar?

Londres erradico el cólera, enfermedad que la había asolado a lo largo del siglo XIX, una vez construyo su sistema de alcantarillado y no volvió a tener brotes grandes tras 1866. Fueron necesarios 318 millones de ladrillos y 23 millones de pies cúbicos de cemento, así como un replanteamiento total del urbanismo. A lo largo de los siglos XIX y XX se realizaron grandes esfuerzos públicos tanto en Estados Unidos como en Europa por erradicar enfermedades que hasta ese momento la gente aceptaba como inevitables: disentería, tifus, cólera, así como otras y que pasaron a convertirse en inaceptables en el mundo desarrollado, desembocando en la esperanza y calidad de vida que disfrutamos hoy en día. Para conseguir dicho objetivo, los esfuerzos fueron hercúleos; cambiándose alcantarillados, acceso universal al agua limpia, revolución en el urbanismo, mejora de la salubridad general de los edificios, etc…los últimos meses, han puesto de manifiesto que aún quedan flecos por solucionar, creemos que es, por tanto, el momento de tener en cuenta la calidad del aire interior.

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