ARCHITECT@WORK presenta Quinze&Milan
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Con el desarrollo tecnológico y la cada vez mayor exigencia que tenemos de vivir “la experiencia”, la luz deja de cumplir solamente el papel funcional de hacer visible el espacio para ejercer tareas.
Podemos considerar que nuestro comportamiento cambia con una luz diferente, ya que nuestros sentidos captan diferentes estímulos que influyen en la percepción del volumen, el color y la forma, interpretando la realidad que nos rodea.
En restaurantes o bares
Cuando vamos a un restaurante o a un bar, ya no sólo esperamos que la comida y el servicio sean buenos, sino que también buscamos que nos guste el ambiente y el entorno, pasar un rato agradable y, en definitiva, estar a gusto. Una mala iluminación puede arruinar esta experiencia.
En espacios de trabajo
Lo mismo aplica en los espacios de trabajo. Ya no solo esperamos poder leer y ver el ordenador y teclado adecuadamente, sino que cada vez nos preocupamos más por nuestra salud.
Un espacio de trabajo que no tiene en cuenta los contrastes, la calidad de la luz, la tonalidad, el deslumbramiento y otros conceptos lumínicos, puede llevar al deterioro de nuestra vista, afectar sobre nuestros patrones del sueño y disminuir nuestro rendimiento en el trabajo.
@Light for work, Erco.
En hoteles
Si viajamos y dormimos en un hotel, buscamos una experiencia inolvidable y crear recuerdos. La atmósfera y la calidad del ambiente es la sensación que nos quedará en el recuerdo. El impacto de la luz y la sombra es un elemento clave en estos espacios que luchan por crear un componente narrativo que ya exigimos sin darnos cuenta en los buenos hoteles.
@Fairmont Tazi Palace Hotel
También lo es en el entorno minorista, en el mundo del retail y en el diseño urbano, pero todos y cada uno de los espacios donde se desarrolla nuestra vida son susceptibles de transmitir sensaciones que no nos dejarán indiferentes.
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