Las oficinas siguen modas
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En cierta ocasión, una compañera comercial de una tienda de azulejos en Madrid me contaba, con mucha gracia, la conversación que había escuchado entre un arquitecto ya mayor y su clienta. Ella prefería las baldosas esmaltadas en colores vivos y variados, y él se empeñaba en el blanco puro. En un momento de desencuentro y acaloramiento de la clienta le espetó al arquitecto: “A mí me gustan estos, es mi casa y además, ¡sobre gustos no hay nada escrito!” El arquitecto, con mucha sorna, le respondió; ¡Señora, sobre gustos hay mucho escrito, pero se ve que usted no ha leído nada!”
Además de las infinitas combinaciones visibles, existen los colores invisibles, fuera de nuestro rango perceptivo, como los infrarrojos y los ultravioleta. En efecto, estos también son colores, y la gama de aquellos que no podemos ver es infinitamente superior a la visible: somos muy cortos de miras.
También es cierto que muchos de los colores que vemos no pueden ser apreciados por todos. La científica Gabriele Jordan, de la Universidad de Newcastle, en sus estudios, ha identificado que algunas mujeres tienen una visión tetracromática, es decir, que tienen la capacidad de ver una gama más amplia de colores que otras personas.
La Dra. Jordan demostró que el 50% de las mujeres tienen cuatro tipos de fotorreceptores o conos en lugar de los tres habituales, gracias a una mutación en un gen que influye en el desarrollo de la retina con un cono adicional que ofrece un centenar de variantes para cada color percibido. Por este motivo, es correcto afirmar que las mujeres entienden más de colores que los hombres, o al menos, el 50% de las mujeres.
No obstante, según la OMS, cerca de 1000 millones de personas viven con deficiencias visuales, y entre ellas, se cuentan 45 millones de ciegos. Ellos son acromáticos.
comenta David, ciego y bromista de nacimiento, cuando le pregunto por el significado del color rojo, por la impresión que produce en él. Sabe de lo que le hablo, pero nunca lo ha experimentado. También es inmune a los matices. Igual le da un
refrescante rojo coral que un tórrido rojo burdeos, aunque se lo sirvan a 10 ºC.
Es el reflejo de la luz sobre los objetos. Lo percibimos porque los materiales absorben unos tonos y reflejan otros, y esos, los reflejados, llegan hasta nuestra retina y son detectados. No obstante, una vez aterrizado en nuestro ojo, el color físico es interpretado y traducido a una realidad mental, conceptual, en algún lugar de la corteza visual. Allí, los colores se convierten en ideas y son asociados a sensaciones.
Pasan a ser abstractos.
Hasta su llegada al ojo, el color es medible y clasificable. Con la ayuda de un colorímetro seremos capaces de averiguar que la longitud de onda del color rojo es de 665 nm. Pero cuando llegan al cerebro… le perdemos la pista.
Los espacios de trabajo no pueden concebirse sólo como contenedores rodeados por cuatro paredes. Son nuestro ”segundo hogar”, pasamos la mayor parte del día en ellos, interactuamos con nuestros compañeros, almorzamos e incluso prolongamos nuestras jornadas laborales. Y claro está, nuestro bienestar depende de cómo percibimos y nos movemos en ese entorno.
La ciencia de la psicología tampoco se olvida del color y de sus efectos terapéuticos, estimulantes o calmantes, prueba de ello, es el uso habitual de colores suaves y fríos en entornos sanitarios, para favorecer la sensación de limpieza y tranquilidad.
Y sí, en teoría sus parámetros son ciertos y los tenemos presentes a la hora de diseñar… pero mucho cuidado, ya que generalizar en este tema puede llevarnos en la dirección contraria a los objetivos de nuestros clientes.
Es por ello, que incluso en profesiones consideradas poco creativas en las que se hace
mayor uso del hemisferio izquierdo del cerebro, son necesarias zonas que resulten estimulantes.
Por ejemplo, en el caso de una oficina administrativa recomiendan las tonalidades azules o verdes que favorecen la concentración y evitar las distracciones, sin embargo, para desconectar en las zonas comunes de descanso o trabajo informal, unos colores más cálidos, como el amarillo o anaranjado, tendrían un impacto positivo.
De igual modo, y al contrario, la actividad creativa de una agencia de publicidad, puede ser terriblemente estresante, y conviene generar lugares de descanso y desconexión alejados
del ruido, haciendo uso de colores fríos y sosegados.
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